Debido a la condición de Diego, es poca la interacción que puede tener con los demás, por lo que cuando algún niño con el que poco convive tiene algún detalle, atención o intento de comunicarse o interactuar con él, llama mi atención.
Dos claros ejemplos que no olvido son cuando unos hermanos adolescentes que han convivido muy poco con Diego, en una fiesta fueron exclusivamente a buscarlo para despedirse, tomando su mano y ayudándolo a hacer “chócalas” sin que nadie les pidiera hacerlo.
Otro ejemplo es cuando un compañero de mi hija mayor empezó a mandarle mensajes de voz a Diego quien se esforzó para lograr decirme a través de su iPad lo que quería contestar. La cara de alegría de Diego al escuchar los mensajes y que le contestara lo que él preguntaba nunca la voy a olvidar. Las veces que se escribieron fueron como una terapia aplicada en la vida cotidiana en la que Diego se sentía profundamente motivado y encontró la recompensa a su esfuerzo para comunicarse.
Según la Real Academia Española, empatía significa “capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos” y según lo que he leído, para desarrollar la empatía hay que prestar atención y mostrar interés, no juzgar y percibir los sentimientos y emociones, pero para mí, estos dos ejemplos son el significado perfecto de “empatía”.