top of page
Marifer M.

EL ARTE NO ENTIENDE DE DISCAPACIDADES


Como madre de un hijo con discapacidad sueño con ese momento en el que Marcelo sea incluido en una sociedad donde pueda ser visto más allá de su discapacidad; donde pueda compartir juegos, gusto y disgustos con cualquier otro niño de su edad; ese espacio donde, sin importar las diferencias, él pueda ser él, pueda expresar quién es y comparta con los demás su propia visión del mundo; sueño con ese lugar donde más allá de lenguajes, idiomas, capacidades y condiciones, la comunicación y conexión con los demás sé de de forma tan fluida, tan espontánea y natural, que las palabras no sólo salga sobrando, sino que se conviertan en absurdas; y hoy, no sólo lo sueño, sino que se ha convertida en una parte de nuestra lucha en este camino que nos tocó transitar.

Recientemente estuvimos en la fiesta de 5 años de Isabella, una querida amiga de Marcelo. Y son justamente las fiestas lo que hoy en día se ha convertido en el mayor reto a enfrentar para toda la familia. Música, gritos, niños corriendo, hiendo y viniendo, emociones difíciles de controlar, juegos poco o nada accesibles para un niño con una discapacidad motriz, una visión limitada y poca capacidad de ubicación en el espacio, poca información y paciencia de adultos y niños -y no los culpo- respecto a darle su tiempo adecuado para contestar cuando le preguntan amablemente “¿cómo estas?”…..”¿bien?”…..”qué gusto me da que estés bien”….cuando en realidad Marcelo no está bien, de hecho, está los suficientemente incómodo y molesto como para romper en llanto, como casi siempre inicia nuestra asistencia a este tipo de fiestas y reuniones. Y así es como se hace evidente desde nuestra llegada la discapacidad de Marcelo y la diferencia abismal entre él todos los demás niños de su edad.

De pronto, podemos ver a lo lejos la mesa de manualidades, ya hay cerca de 6 niños concentrados realizando sus dibujos o pintando sus figuras de cerámica o madera. De inmediato sentamos a Marcelo, tomamos papel y crayola y Marcelo empieza a dibujar, garabato aquí, garabato acá, líneas rectas, otros son círculos, le ayudamos un poco dándole apoyo en su brazo y mano, líneas que parecen gusanos trepando, otras parecen palomas volando, pide cambiar del color rojo al azul , seguimos sin saber qué está dibujando, quizá Superman, quizá una nave especial, lo que sea, es hermoso. Hay una niña frente a Marcelo, ve su dibujo y le dice “qué lindo está tu dibujo, mira, este es el mío”, los dos miran fijamente hacia ese pedazo de papel también lleno de garabatos, formas y colores. Sin palabras, ellos se comunicaron, se conectaron, como dos amigos que con sólo guiñar el ojo saben lo que quieren decir. Nos fuimos muy pronto de la fiesta, y casi por cruzar la puerta de salida escuchamos a lo lejos, “Marcelo, Marcelo, olvidas tu dibujo”, Marcelo sonrió, tomó su dibujo y fue como un largo y dulce adiós entre dos niños que a través de sus dibujos hicieron una corta pero profunda amistad.

Y de pronto, puedo entender aquella frase que un día encontré en Internet: “El arte no entiende de discapacidades”.Porque es justamente el arte, ese vehículo y plataforma donde se puede expresar lo no dicho, donde se hace realidad lo nunca antes visto, donde yo puedo ser tan yo, como tú tan tú. Y es través del arte que esa convivencia, conexión e inclusión, no se da, no se construye, simplemente existe. Sin más, en el arte es donde vive ese lugar, momento y espacio que tanto he soñado para Marcelo y todas las personas con discapacidad.

94 visualizaciones0 comentarios

Comments


No te pierdas ningún contenido

bottom of page