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Margarita G.

Un viaje fantástico


Nuestro primer viaje de vacaciones como familia al extranjero. Sólo nos faltaba el más pequeño pero tenía apenas nueve meses para disfrutar de lo emocionante que significa para cualquier niño ir a Disneylandia.

Ese viaje resultaba también para mi, una ilusión que permaneció en el tiempo desde que era niña hasta ese día que regresé como mamá después de muchos años. Algunos papás podrán pensar que todo lo que involucra Walt Disney es una filosofía publicitaria fantasiosa que perjudica el mundo real de los niños; desde mi punto de vista es sólo una aventura más que disfrutas enormemente con tus hijos.

Las expectativas del viaje eran muchas. Nos habían dado algunas indicaciones para solicitar facilidades para niños con necesidades especiales, sobre todo en el parque. Ahí se encontraban todas las ilusiones y sueños para hacer un momento muy especial a nuestra querida María Fermina, quien ya había viajado al extranjero pero sólo para realizar un programa de rehabilitación.

En esa época nuestra querida María Fermina recién había cumplido 5 años y sus personajes favoritos eran Mickey Mouse y Mimi. Al mismo tiempo, aprovecharíamos para ir a visitar al tío consentido que vive en Anaheim y es hermano de la abuela paterna. Todo comenzó en el aeropuerto de la ciudad de Los Angeles; María Fermina todavía no podía caminar, tendría algunos meses de haber dado sus primeros pasos pero decidimos que su carriola era muy estorbosa y mejor rentaríamos una. Es así que en la entrada del área de migración, María Fermina caminaba conmigo de la mano cuando una señorita nos vio y sin decir nada, nos indicó que el paso para nosotros era por otro lado. Es decir por una fila “especial” que evitaba a la familia hacer la larga fila para atravesar esa zona. Fue la BIENVENIDA a un país con muchos aristas pero que según mi propia experiencia, su sociedad esta sensibilizada con el tema de la discapacidad y comprometida con la inclusión. Esa acción fue un verdadero ejemplo de cómo la sociedad elimina barreras para hacer más fácil la vida de las personas con alguna necesidad especial.

El hotel, desde luego accesible, con rampas, elevadores adaptados y otras adecuaciones para discapacidades diferentes a la motriz. Por ejemplo, encontré que los restaurantes contaban con menús impresos en braile y existían sistemas de asistencia auditiva en las habitaciones. Todo un programa adaptado para que las personas con alguna discapacidad no tengan impedimento alguno para disfrutar su estancia.

El día había llegado, muy emocionados nos encontrábamos en la entrada del parque desde muy temprano. Rentamos una carriola y sin más nos dirigimos a la oficina de atención a huéspedes para preguntar sobre el pase de invitado con alguna necesidad especial. Entre sola y le platiqué al muchacho que me atendió que tenía una hija con necesidades especiales. Ninguna pregunta respecto a qué tipo de discapacidad o necesidad especial tenía, simplemente me pidió que lo llevara con ella. No había acabado de asomarse para conocerla cuando me dijo que contaba con un fast pass para todas las atracciones y juegos existentes. Y que cualquier persona del parque podría ayudarnos en lo que fuera necesario.

Para nuestra buena suerte Mickey Mouse estaba frente a esa oficina iniciando su jornada laboral así que estaba libre, todavía no había nadie con él. En el momento que María Fermina lo vio, gritó de emoción y nos pidió que rápidamente la bajáramos de la carriola para saludarlo.

Torpemente y con pasos dudosos ella sola por la emoción y estimulo de llegar a Mickey, caminó hacía él y le dio un fuerte abrazo. Recuerdo la escena y todavía me conmueve muchísimo (tal cual se puede ver en la foto). Son esas imágenes y momentos que se me quedarán grabados para siempre. Lo mismo pasó con Mimi y desde luego con las princesas.

Todos los juegos los disfrutaron al máximo. Nuestros dos días ahí fueron maravillosos, llenos de magia, de color, de no pensar en nada, más que sabernos aceptados y considerados como una familia más.

Nuestro regreso no tuvo el mismo inicio feliz del viaje. Evidentemente a la llegada al aeropuerto de la Ciudad de México había una fila muy larga para migración. Existía una fila especial para personas con discapacidad y diplomáticos.

Decidimos formarnos ahí porque traíamos maletas, los dos niños sin carriola y principalmente porque María Fermina cumplía con esa condición. El señor de migración vió que la traía cargada y me dijo: “Usted no puede estar aquí, sólo es para personas que vienen en silla de ruedas”. Mi impotencia y ganas de llorar fueron tantas que solamente le pude decir “quiere que baje a mi hija para demostrarle que no puede caminar y que tiene una discapacidad”. Después de que llamó a su supervisor, por fin nos dejaron pasar y nos pidieron disculpas. Que paradoja, me sentí bienvenida en otro país y no me sentí bienvenida en el mío.

Incluir “al diferente” es una capacidad humana que sólo las personas tenemos. Ninguna otra especie lo realiza. Debemos ser más solidarios y ampliar nuestros sitios humanos. Disneylandia cumple con esa condición y Mickey Mouse podría parecer más humano de lo que muchos creen.

(Desafortunadamente desde hace poco tiempo ha cambiado la política respectiva del pase de invitado con necesidades especiales en los parques de Disney debido a los excesos en el mal uso de estos).

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