Hoy tuvimos la plática: Ser mamá de un hijo con necesidades especiales puede ser extenuante. ¿Cómo contactamos con nosotras mismas y tomamos un respiro que nos inyecte confianza y alegría para seguir adelante?, como parte de las Escuelas para Padres, que realiza PHINE. Fue una plática diferente, normalmente giran en torno a información que nos será de gran utilidad en el andar con nuestros hijos. Pero esta no.
Esta plática fue una pausa y un abrazo al corazón. Partimos del deber ser… la estructura que nos marcó la sociedad, nuestras familias o más probablemente nosotras mismas. ¿Cómo debo ser como mamá? Todologa, fuerte, disciplinada, responsable, etc. Yo creo que debo ser todo eso y más para mis hijas, para ser una buena madre. Yo creo que si por momentos he sido eso, ahora no puedo parar, pues ya es lo que se espera de mi.
Pero, ¿que pasa cuando me escucho a mi misma? Cuando pienso que las cosas me molestan porque afectan mi deber ser, cuando exijo y ME exijo para estar a la altura de esa persona imaginaria que no soy. Relfexionarlo nos llevó a lugares recónditos. Después de unas lagrimitas, de introspección, de auto-escribirnos una carta, cada quien llegó a sus conclusiones. Yo llegué a dos, que me tienen feliz, con las que he mantenido una sensación de tranquilidad todo el día.
UNO. Yo lloro. Siempre he llorado. Me encanta llorar de alegría o en el cine, porque salgo en paz. Lloro de desesperación y lloro de dolor. A lo largo de mi vida mi “fácil llorar” fue motivo de risa familiar, en mi vida adulta también mi “fácil llorar” a desconcertado a muchos. Pero, es mi manera de abrazarme, es mi manera de recuperarme, es mi momento. A veces lloro sola y a veces me gustaría llorar acompañada, solo sintiéndome acogida. La discapacidad de mi hija la he llorado, como he llorado otros temas. Hoy me reconcilié y disfruté mis lágrimas. Lloro y me falta mucho por llorar. Agradezco la posibilidad de sacarlo, agradezco esa fuerza. Vendrán muchas lágrimas más, mi gran apuesta es que sean de felicidad, de asombro, de amor… pero todas, las que vengan son bienvenidas.
DOS. Hoy comprendí realmente que es el vínculo. En mis palabras, el vínculo es mi compresión y la del otro de nuestra condición de amor. Tu y yo nos amamos contra viento y marea. Tu y yo nos amamos completamente y sin condiciones. Tu y yo sabemos de ese amor y nada lo quebranta. Y ahí enfatizo, SABEMOS, creo que ambos debemos saberlo. Yo amo a mi hija y ella a mi. En el día nos presionamos cuando se tiene que apurar para ir a la escuela y yo la correteo, pero se cierra el capítulo y nos seguimos amando. Discutimos cuando hacemos la tarea y me frustro y se frustra, acabamos, y nos amamos. Nos abrazamos en la lectura del cuento y nos separamos para dormir, y nos amamos. Me da risa con sus puntadas y me enojo si no cierra la boca al comer, pero nada altera nuestro amor. Y yo siento el suyo en cada abrazo. He gritado de más o he sido injusta y ella con su infinito amor me disculpa. Con un vínculo fuerte, nada altera el amor. Estoy muy orgullosa de lo que hemos construido. Tengo mil preocupaciones que tienen que ver con ella y con los demás, pero con la paz de saber que nuestro vínculo de amor es el motor.
La aceptación de uno y del otro es el primer paso. Como dice una canción que me gusta, no hay apariencias que guardar, cuando hay un hijo con discapacidad. En una fiesta infantil mi hija quiso participar en los juegos, lo cual implicó que yo participara en la competencia, tomándola de la mano, ella gritaba de emoción sin ningún pudor. Yo me supe observada por todos los presentes, en este primer acto de mostrarles que mi hija era diferente. Saqué fuerza de las piedras y sonreí. Al terminar las pruebas corrí a mi esposo y lloré desconsoladamente. El entendía que equivalía a haberme parado en el estrado de un auditorio a explicarles la situación. Algo pasó dentro de mi. Nunca mas he tenido pena. Ella es grande y yo soy la mas orgullosa de ser su madre. Hemos enfrentado retos difíciles y sin temor a equivocarme vendrán muchos mas, pero espero, con la frente en alto, siempre honrar este solido vínculo que hemos formado.
Gracias Aurora Zarzosa, por tan linda experiencia, y por abrir el espacio para reconocer que está bien, no estar bien. (its ok to be not ok) Hoy dormiremos en paz con nuestra voz interna.