Mi hija Daniela cumplió 10 años y decidió festejar con algunos de sus compañeros de la escuela en el boliche. Eran 5 niñas, 5 niños y su hermano Diego.
Llevaba días muy preocupada de cómo integrar a Diego con los amigos de Daniela, ya que algunos no lo conocían y otros tenían varios años de no verlo; quería que se quedaran con una buena impresión de él, que entendieran que es un niño como cualquiera de ellos y sobre todo que no lo vieran "raro".
Debido a que Diego no habla, se me ocurrió grabarle en su iPad porras para los jugadores, o quizás ayudar a Diego a jugar boliche, pero por más que lo imaginaba no tenía idea de cómo lo haría, en fin, le daba vueltas al asunto y creí que lo más viable era grabarle porras para los jugadores.
Sin embargo, mi esposo me dijo que me relajara, que si lo planeaba no iba a salir y que ya veríamos cómo le haríamos. No estaba convencida de eso, pero le hice caso, me aventuré y no preparé nada.
Finalmente llegó el gran día y poco a poco fueron llegando los invitados al boliche y uno de los empleados del lugar nos acerca un tipo de resbaladilla para poner la bola y solo empujarla diciéndome que la tienen para niños pequeños que no pueden cargarla, así que eso estaba perfecto para que Diego pudiera jugar desde su silla.
Entonces les pedí al equipo de los niños hombres que metieran a Diego en su equipo y así empezó el juego. Llegó el turno de Diego, lo acerqué a la línea, acomodé la resbaladilla, acomodé sus manos en la bola y le ayudé a empujarla. Al siguiente turno uno de los niños me ayudó acomodando la resbaladilla, en el siguiente, otro me pasaba las bolas hasta que llegó el momento en que sin que yo les dijera nada, ellos acercaban a Diego en su silla, acomodaban la resbaladilla, llevaban las bolas, planeaban la estrategia para que Diego empujara la bola y así en varias ocasiones hicieron chuzas durante toda la tarde.
Todos se divirtieron e incluyeron a Diego en el juego, fue algo que me sorprendió, sobre todo porque no lo conocían, fue sin forzarlo y a eso se le llama inclusión, verlo como es, como un niño más que también disfruta jugar boliche con otros niños.
Al día siguiente mi hija me dijo que en la escuela estaban comentando sobre su cumpleaños y sobre lo bien que jugó Diego.