La escuela de mi hija ya no seguirá abierta el próximo ciclo escolar. Para las familias, maestros y directivos de la escuela ha sido un golpe fuerte, sobre todo porque el proyecto y visión de la escuela no es fácil de encontrar en otros lugares.
Hablaré sobre mi experiencia personal: elegimos esta escuela porque en la búsqueda de una escuela para un hijo con discapacidad, los papás recibimos de todo: portazos en la cara; miradas de conmiseración acompañadas de "no la podemos aceptar, no tenemos rampas, no tenemos capacitación..."; y a veces nos hacen "el favor" de aceptar a nuestro hijo junto con mil condicionantes.
Y de vez en cuando, uno encuentra un lugar en el que no piden explicaciones, en el que no exigen una lista detallada de las "capacidades" de tu hijo, una escuela en la que simplemente te dicen "ven con tu hija, nos dará mucho gusto que pueda entrar". Aunado a esta frase, cuando visité la escuela pude ver de primera mano a los niños jugando en el patio de recreo en un verdadero ambiente de inclusión, nada forzado ni dirigido, simplemente niños siendo niños y relacionándose en la diversidad.
Después de estos años en la escuela, confirmo que tomamos la decisión correcta porque nuestra hija siempre fue querida y aceptada, los profesores siempre se esforzaron porque en todas las actividades ella estuviera verdaderamente incluida, sus compañeros fueron sus amigos, y ella siempre fue muy feliz.
Gracias a Irma y los directivos de la escuela, gracias a sus hermosas maestras, gracias a Sonia por ser mucho más que su maestra de apoyo, gracias a los niños buenos y solidarios que encontramos en la escuela, gracias a las familias de la escuela por elegir que sus hijos crezcan en un ambiente de verdadera inclusión. A todos ustedes, los vamos a extrañar.