Un ejercicio de reubicación en el territorio de los padres e hijos con Necesidades Comunicativas Paralelas
El momento histórico en el cual vive la sociedad actual mexicana, merece tener un discurso organizado, responsable y respetuoso pero ante esto me cuestiono: ¿Cuál es la medida para ese orden desordenado en el de hoy? ¿Cómo fue la responsabilidad impuesta? ¿Por qué debo alcanzar una norma? ¿Quién dictó el parámetro de ser respetuoso, hacia quién y cómo incluyen a grupos minoritarios?
Hoy con dos hijas, un esposo y en una época de confinamiento, con una luz tenue por salir me cuestiono miles de prácticas educativas. Todas las escuelas, consultorios y espacios dedicados a la salud–aprendizaje integral hacen esfuerzos titánicos por enseñar en un ambiente donde estamos confinados. El tener que cubrir tantas normas hoy resulta paradójico, pues estamos cumpliendo todo lo que nos dicen y estamos en espera. Esa espera, para los padres que tenemos hijos con alguna necesidad paralela de comunicación, es nuestra vida diaria. Estamos con la incertidumbre de un futuro.
A lo largo de mi vida profesional he escuchado tanto las palabras “problema, necesidades especiales, pacientes, alternaciones, llegar a la norma” y desde ahí es que invito al lector a resignificar términos. ¿Por qué deben ser pacientes? ¿Si tengo un problema siempre debería ser paciente? ¿Si yo invito a la palabra problema a mi discurso, cómo vestiría? ¿Toda la humanidad es entendida como especial?
Los padres de chicos con una necesidad especial, la cual resignificaremos en este texto a “necesidades paralelas de comunicación” pasamos por un proceso donde un experto nos indica el camino a seguir para un tratamiento. Esta postura es profunda, brinda muchos resultados y proporciona certeza a los padres. Sin embargo, lo anterior tiene una carga de poder donde no invitamos a la real conversación, por el contrario, el “especialista” muestra creencias, saberes y necesidades con metodologías como una guía fundamental en los consultantes con necesidades paralelas comunicativas y sus familias, pero en ocasiones, esto va durmiendo el instinto de nosotros los padres para crear nuestra propia historia en relación a los demás.
Al recibir cada “familia especial”, un diagnóstico por un clínico que indica que la norma es la manera de intervenir con su chic@, reciben una evidencia de que su historia estará determinada y acotada a ciertas condiciones que serán regidas por un discurso dominante de necesitar adecuación para poder acceder a ser normal. Es donde invitaré a los lectores a cuestionarnos ¿Quién diría cuál es la norma? ¿Por qué surge la norma como un medio para englobar a la humanidad?
Al dar prioridad a la voz interna de los consultantes con formas paralelas de comunicación, se pretende fomentar el crear multihistorias que entretejan su identidad ante ser identidades paralelas, con sus propios retos, visiones y estructuras.
De esta manera las familias especiales obtendrán nuevas herramientas para reconfigurarse sacando sueños, esperanzas y anhelos e incorporando a su maleta de identidad personal elementos que les ayudarán al gestionar eventos complejos de situaciones biológicas.
¿Qué escucha el niño? ¿Qué desearía el padre transmitir? ¿Cómo quisieran los amigos relacionarse? ¿Cómo sería más sencillo transmitir tus ideas?
El aprendizaje formal en aulas esta entendido como el ambiente que brinda una agencia a los estudiantes que de manera “teórica” apoyará en la resolución de problemas, siempre y cuando el sujeto presente habilidades comunicativas, de solución de problemas, un pensamiento crítico y una identidad basada en normas. Ante esto me surge el alto a los protocolos y me cuestiono ¿Qué metodología había al inicio de siglo XX? ¿Cuál era la percepción de la niñez? ¿Qué pasaba con esa sociedad vulnerable que no alcanzaba la media? ¿Qué se entiende por inclusión?
Querida comunidad, lo que pretendo en este escrito es invitar a visibilizar que al sacar el término problema, alteración o norma de la visión de nuestras familias, posibilita en nosotros, los padres que representamos a un hij@ con necesidades especiales, reconfigurar el “discurso dominante de enfermedad”. Por medio de este cambio de visión, se abren nuevos terrenos para generar esperanzas.
Nuestros hijos entonces, desde la curiosidad innata y real, lograrán plena satisfacción en sus habilidades y entonces podremos ayudar en sociedad, a generar una especie de construcción de lenguaje incluyente que aporte a las metáforas de vida las historias favoritas familiares y a nivel individual, posibilitaría el crear una maleta de identidad con la cual sobrellevar las realidades biológicas de lo que es tener una necesidad comunicativa o de aprendizaje paralela.
*Por: Natalia Alfaro Almirante
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