A veces utilizamos el lenguaje sin ser conscientes que nuestra manera de hablar puede herir la sensibilidad de otras personas. Las palabras comunican lo que pensamos, nuestra manera de interpretar el mundo y por ello, debemos cuidarlas para evitar transmitir ideas discriminatorias, ofensivas o exclusivas.
El lenguaje no es neutral
Comenzaremos con el uso del término discapacidad. Este suele utilizarse de manera incorrecta. La discapacidad es una situación que se produce por un problema en relación con el entorno o con las personas.
Por lo tanto, las personas no son “discapacitadas”, las personas tienen una discapacidad y esta discapacidad no debe ser la característica por la que se la tiene que reconocer.
En conclusión, el lenguaje inclusivo recomienda el uso del término “persona con discapacidad” y así lo corrobora la Convención Internacional sobre los derechos de las Personas con Discapacidad de Naciones Unidas, igual que ocurre con otros conceptos:
“Enfermo”: es también un término que no debe utilizarse, puesto que una persona con discapacidad no sufre una enfermedad. La discapacidad, al tratarse de una situación, desaparecerá cuando desaparezcan las barreras de entorno. Una persona sorda, está perfectamente sana, el problema surge cuando no hay un intérprete o subtítulos accesibles para una pantalla.
“Normal”: el uso de este concepto también se considera otra forma de exclusión, puesto que normales somos todos.
La diferencia entre sordo y sordomudo
En primer lugar, el término sordomudo es considerado ofensivo para la Comunidad Sorda. Es importante entender que el desarrollo del habla no se ve afectado por la sordera.
Una persona sorda puede comunicarse mediante Lengua de Signos, además las personas con sordera prelocutiva, pueden conseguir desarrollar el habla con ayuda logopédica.
Las cuerdas vocales no sufren ninguna afectación y pueden conseguir hablar con esfuerzo y constancia gracias a los avances en implantes cocleares que facilitan el aprendizaje en todos los niveles.
Una vez más, es el entorno el que facilita o entorpece la integración social.
La persona sordomuda, por lo tanto, es la persona que además de pérdida auditiva presenta problemas en las cuerdas vocales que imposibilitan que hable mediante la voz.
Lengua o lenguaje de signos
Otro concepto que es importante diferenciar, y que a menudo se emplea erróneamente, es el de lengua de signos o lenguaje de signos.
Según la RAE, el lenguaje es la facultad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido articulado o de otros sistemas de signos. Y en cambio la lengua es el sistema de comunicación verbal propio de una comunidad humana y que cuenta generalmente con escritura.
Sin embargo, estas definiciones se quedan cortas para la comunidad sorda, ya que la lengua también es un código que aprendemos y que utilizamos para comunicarnos entre nosotros. En definitiva, una lengua equivale a un idioma que dispone de una estructura, gramática, vocabulario, palabras y gestos propios.
Por lo tanto, el término correcto es Lengua de Signos, ya que es el idioma o lengua propia de las personas sordas que está basado en la dactilología, un sistema de comunicación que transmite información mediante el uso de los dedos de la mano.
* Tomado de: https://blog.kiversal.com/sordos-lenguaje-inclusivo/
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