Tengo un hijo de 10 años dentro del espectro autista (TEA), más bien del tipo Síndrome de Asperger y sí, como “Sheldon Cooper” pero mucho más funcional, guapo, amigable, amable y en general ¡de la vida real pues!
Bueno, a estos niños les cuesta un mundo estar en contacto con ellos mismos, con el procesamiento de sus emociones y tratar de leer al mismo tiempo las emociones de los demás en medio de un planeta lleno de símbolos no verbales o no escritos, con humanos que se comunican al 70% de manera no verbal y simbólica y atascado de sonidos, olores, luces y estímulos sensoriales que ellos perciben al 2000%. Resumo: es como si llegaras a un aeropuerto en medio de otro planeta, lleno de letreros, música, olores y lenguaje que no entiendes, sin un peso y sin poder entender nada de nada…así es el mundo para ellos y, aun así, siguen adelante tratando de entender y resolver lo que la vida les ponga encima todos los días, to-dos-los-dí-as se levantan sabiendo que van a tener que ir a ese aeropuerto y entrarle a los retos. ¿Quién en estas condiciones no se desespera? ¿Quién en estas condiciones no se frustra? ¿Quién de vez en cuando no tendría un desmadre de emociones?
Y sus papás están ahí, todos empoderados, junto a él, viendo esta imposibilidad real, traduciendo el mundo, leyéndole letreros, dándole todas las herramientas y terapias posibles para que un día pueda hacerlo solo y con chingos de trabajo y con suerte uno se pueda morir relativamente tranquilo de que será una persona feliz e independiente. Y él es un fregonazo resiliente dispuesto a vencer cada uno de los retos que tiene…y ahí va. Pero lo cierto es que el mundo no ayuda, al contrario. Y aunque no entienda ni jota, juzga, castiga, impone y, si puede, te discrimina y te etiqueta para después hacerte sentir en la peor de las soledades. Así que encarecidamente pido desde mi corazón de mamá de un niño “diferente” que consideren lo siguiente: - Si eres un prestador de servicios educativos, escuela curso o lo que sea, infórmate, uno de cada 600 niños en el mundo está dentro del TEA, así que tarde o temprano tendrás que saber del tema y préstale el servicio como lo harías con cualquier otro niño; ten la seguridad de que sus papás te dirán si es necesario que hagas adecuaciones y que serán ellos mismos los que te van a facilitar esas adecuaciones y a los terapeutas y todo todo todo lo que necesites para incluirlo; - Si eres el dueño de la escuela, lo mismo, infórmate, pierde el miedo y trata de ser empático porque esa familia puede enseñarte un millón de cosas sobre amor, inclusión, resiliencia, prejuicios y empatía; - Si eres un maestro, entiende que más allá de sus retos o de su diagnóstico es un niño, un ser humano que necesita ser entendido y aceptado; y que a los papás nos valen un poquito madre las calificaciones, estamos mandando a nuestro hijo a desarrollar habilidades sociales y a ser aceptado antes que cualquier otra cosa para que el día de mañana pierda el miedo de tener un lugar en este mundo; - Si eres compañero o mamá de niños compañeros de un chico como el mío o de otro con cualquier tema de desarrollo o diagnóstico, lo menos que puedes hacer es informarte e informar a tu hijo para que sepa convivir con niños “diferentes”. Uno de cada 20 niños en el mundo tiene una diferencia neurológica, lo que le da a otros 19 niños la oportunidad de desarrollar tolerancia, solidaridad, empatía e inteligencia emocional; - Si quieres información, pídesela a la mamá del compañero. Seguro es experta y se sentirá aliviada hablándote horas sobre su hijo. Tiéndele una mano. No somos mamás maravillosas, no somos “madres ejemplares”, somos a veces un cúmulo de nervios en medio de una enorme soledad e incomprensión por parte de la sociedad; - Si ves a un niño en una fiesta, en el restaurante, en la tienda, en el súper, en el salón de clases o en donde sea que está teniendo un mal rato, que está descontrolado, que lo primero que pase por tu cabeza NO SEA que ¡¡¡la mamá no le pone límites!!! O que es un malcriado… Mejor, antes de juzgarlos a él o a su familia pregúntense si no está pasando por un mal rato “en el aeropuerto” y si no pueden ayudar, no lancen miradas lapidarias al niño y/o a su familia. Créanme que ya todos la están pasando muy mal… Si llegaron hasta aquí, gracias, gracias, gracias. *Por: Vanessa Novelo, mamá de Chema
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